El Orgulloso Resinero
Un día de mucho viento, cuando el orgulloso resinero era tan solo una semilla alada, llegó hasta un cruce de caminos y comenzó una nueva vida lejos del barrio de los suyos, los Pinaster. Protegido por el azar y el hombre, ha conseguido ser el gran pino que hoy es. Y es que aunque las plantas no tengan pies con los que andar, son capaces de desplazarse a través de su descendencia. Son sus semillas quienes transportadas por el viento, el agua, la fauna e incluso la mano del hombre, conquistan nuevos lugares.